Que mas felicidad que la sonrisa de un niño

Por el cuidado de los Rios (cali-cauca)

por el cuidado de los rios (pance)

NACIMIENTO DE UN DELFIN

Video de relajacion

miércoles, 12 de mayo de 2010

LA CANCION

Praga estaba muda.
En la esquina donde la calle Celetna se abre a la gran plaza de la ciudad vieja, una voz rompio, de pronto, el silencio de la noche.
Desde su silla de invalida, clavada en el empedrado, una mujer canto.
Yo nunca habia escuchado una voz tan bella y tan rara, vos de otro mundo, y me pellizque el brazo.¿Estaba dormido? ¿En que mundo estaba?
Me contestaron unos muchachos, que aparecieron a mis espaldas: se burlaron de la paralitica cantora, la imitaron a carcajadas, y ella se callo.
Eduardo Galeano.

lunes, 26 de abril de 2010

domingo, 25 de abril de 2010

LA FELICIDAD

Muchas son las definiciones que los grandes pensadores han dado de la felicidad, mucho han hablado sobre su existencia, sobre su duración, sobre sus efectos. Posiblemente cada uno de nosotros tendrá una su propio concepto de felicidad. Tal vez salud sea sinónimo de felicidad, quizás la felicidad es ausencia dolor. A lo mejor –nadie sabe-, la felicidad sea, simplemente, tenerla presente en nuestros pensamientos.

lunes, 23 de noviembre de 2009

EN UN SOLO PARPADEO

Muchas veces nos sentamos a pensar y creo que ninguno ha salido indemne o a salvo del angustioso o triste pensamiento que nos ataca cuando vemos que nuestra vida se nos ha pasado en un solo parpadeo.

Cuando llega la fecha de nuestro cumpleaños y que sumamos un años mas de vida a nuestra cuenta, hay una crisis que afrontar.Nos llegan y nos pasan por la cabeza miles de preguntas y temores las cuales buscan justificar nuestro paso por este planeta llamado tierra.

Viene el balance de lo que hemos realizado en este mundo y también de todas las cosas que hemos dejado de hacer por uno u otro motivo.En mal pero muy mal momento pensamos si nuestras vidas o presente es lo que siempre soñamos y quisimos hacer; que seria de nuestro futuro si nos explotara en nuestros rostros esos pequeños momentos sutiles. Aquellos que creemos que están a solo tres pasos y que poco a poco se han construido en la lucha de nuestro diario vivir, por el futuro es el presente que sobre llevamos día tras día para así llevarnos al enfrentamiento con nuestras tinieblas y tropiezos que hay en el camino, para así mismo asumir la vida que nos correspondió con dignidad y valor. Y principalmente cuando es un acto de berraquera levantarse y darle la cara al mundo que pone a prueba lo que realmente somos.

Se nos viene a la cabeza esos sueños que no pudimos cumplir y llevar a cabo y los que aun están esperando a la otra orilla del rió, ese destino y punto lejano e incierto del tiempo que suscita muchas interrogaciones.Recordamos aquel pasado, nuestra niñez y adolescencia en las cuales todos nuestros problemas y preocupaciones se desvanecían al terminar y finalizar el año escolar y cuando llegaban las tan anheladas vacaciones.

Comprendemos por todos los tropiezos, que la vida no es un juego, que una disculpa no es totalmente suficiente para remediar daños que hemos causado a los demás.

Cuando llegamos a la etapa de la adultez nos damos cuenta que la vida nos golpea fuertemente, nos damos cuenta que la vida no están fácil que hay que sufrir y hay que luchar para salir adelante o muchas veces solo para subsistir.

Nos preguntamos por las amistades que tuvimos y que aparentemente tenemos, por las cosa que dejamos de hacer por pereza o porque no había tiempo, por todas las oportunidades que desaprovechamos y dejamos escapar, por esos amores que creímos que siempre Iván a estar allí a los cuales muchas veces les juramos y nos juraron amor eterno. Con muchos desconsuelo, nostalgia y remordimiento vemos como en un abrir y cerrar de ojos se nos va la vida, mientras intentamos retenerla para disfrutar un poco mas de ella que en nuestro azar prolonga la agonía inevitable.

Luego al abrir nuestros ojos y levantarnos de la somnolencia que nos hace cómplice de nuestra penosa situación, vienen todas las ideas, pensamientos, acciones y propósitos desesperados por excusarnos y compensar a los demás, recuperar todo el tiempo que hemos perdido, perdonarnos y valorarnos nosotros mismo.

Se nos ocurre hacerle remodelación a nuestro presente, para enderezar el rumbo el cual en medios de todo ese caos y los pensamientos apocalípticos creemos perdido.

Y Nos proviene esa sensación de ausencia que nos dejo tatuada todas esa heridas que nunca podremos borrar; pero para dicha y fortuna nuestra quedan también los momentos felices e inolvidables, esos que recordamos con una sonrisa pavorosa de la alegría de estar tristes. Es nuestra vida esa que se nos va en un parpadeo, la que se nos va de las manos sin que nos demos cuenta, sin que lo indiquemos y antes de que podamos beberla completamente.Sin dejar huella, sin que recordemos y tengamos presente que un día, por un segundo fue nuestra y solo nuestra y sin dejar rastro y prueba alguna para comprobar que de verdad vivimos y fuimos parte de este mundo.

miércoles, 18 de noviembre de 2009

CARTA DE UN INMIGRANTE AFRICANO A LA SOCIEDAD ESPAÑOLA ¿TRAS LOS MUROS DE SEPARACION DE MELILLA

CARTA DE UN INMIGRANTE AFRICANO A LA SOCIEDAD ESPAÑOLA ¡TRAS LOS MUROS DE SEPARACIÓN DE MELILLA!

Bashige Michel (1)Melilla. Octubre 2005


Soy africano. Vengo de un país empobrecido; un país que ha sido saqueado por las multinacionales occidentales desde hace varios siglos y que ha sufrido guerras atroces, a menudo presentadas como guerras civiles, pero que en el fondo son guerras económicas montadas con el único objetivo de saquear nuestros países y enriquecerse al igual que los dirigentes africanos, desgraciadamente al precio de la muerte de millones de mis hermanos y hermanas.

¿De verdad no podemos construir otro mundo en el que cada persona pueda vivir en paz?

Señoras y señores de la sociedad española: las palabras no sabrían transmitir lo que siento en este momento en el que ¡me han obligado a la fuerza a volver al lugar desde donde he venido!. No me ha dado tiempo a decirles lo que me ha empujado a emprender este largo y penoso viaje durante el cual han muerto muchos de mis compañeros de infortunio. Pensaba contárselo en persona, una persona que muestra sobre sí los rastros de los malos tratos y de los sufrimientos de un pueblo oprimido y explotado.

Pero este muro que ha sido levantado entre ustedes y yo, hace imposible cualquier encuentro verdaderamente humano entre nosotros y nos obliga a mirarnos desde lejos como el perro y el gato, aunque todos somos ciudadanos del mismo mundo. Dado que no podemos ya hablarnos, permítanme mirarles a los ojos, a través de este muro de separación en forma de alambrada, que ahora separa África de Europa y simboliza la falsedad de la relación que han creado nuestros gobernantes entre el norte y el sur. Este muro de separación, esta alambrada, refleja esa falsa relación en la que las materias primas que vienen del sur y los productos acabados del norte, entre ellos las armas, pueden circular, pero no los hombres. Ha sido totalmente imposible encontrarnos como verdaderos hermanos y hermanas.

Por ello, lean en mis ojos, señoras y señores, el sufrimiento y el dolor que llega de nuestras tierras, en las que las multinacionales siembran la muerte y el desarraigo y quieren crear un campo de ruinas en el que sólo haya materias primas, bosques y animales salvajes, para el placer de los turistas.

Esta carta es el único medio que me queda para que sepan todo lo que sufrimos en África y las causas que producen dichos sufrimientos. Ya sé que los medios de comunicación quizás no se harán eco de mi voz, ni los políticos hablarán en sus reuniones sobre los derechos humanos, porque, en el fondo, mi vida como la de todos los pobres del mundo no cuenta para ellos. ¡Nos sacrifican sin escrúpulos ni vergüenza!
Efectivamente, señoras y señores de la sociedad española, yo soy africano. Vengo de un país empobrecido; un país que ha sido saqueado por las multinacionales occidentales desde hace varios siglos y que ha sufrido guerras atroces, a menudo presentadas como guerras civiles, pero que en el fondo son guerras económicas montadas con el único objetivo de saquear nuestros países y enriquecerse al igual que los dirigentes africanos, desgraciadamente al precio de la muerte de millones de mis hermanos y hermanas.

¿De verdad no podemos construir otro mundo en el que cada persona pueda vivir en paz? ¿Comprenden ustedes?: somos víctimas de un empobrecimiento continuo, organizado desde occidente y ejecutado a menudo por medio de nuestros propios dirigentes al servicio de las multinacionales. Son estas guerras de las que yo huyo y de la miseria que han engendrado en mi país. Quiero sobrevivir y ayudar a vivir a mi familia, que se ha quedado en África.

No quiero morir como una rata atrapada en un incendio. Por eso, como superviviente, vengo a denunciar ante ustedes esta situación inhumana y a pedirles que nos ayuden a construir un mundo justo y humano. Lo que deberíamos comer, lo que debería ayudarnos a desarrollar nuestros países, va a Occidente, bien para pagar las deudas que no hemos contraído nunca, bien para comprar armas que nos matan y nos amputan los miembros, haciéndonos así incapaces de contribuir a nuestra propia subsistencia.Por eso, nos encontramos en una situación tal que no podemos ni cultivar nuestros campos, ni dormir tranquilamente, ni pensar en el futuro de nuestros hijos y de nuestros hermanos. Todo lo que producen nuestros países sirve a los intereses de las multinacionales, apoyadas por los gobiernos europeos y americanos y por nuestros propios gobiernos; mientras que nosotros nos morimos de hambre.

En nuestros países, la muerte se ha convertido en un hecho banal; se ve morir de hambre a los niños día tras día; pequeñas enfermedades que podrían curarse fácilmente con un poco de dinero, son causa de numerosas muertes… ¡ése es nuestro día a día! Como pueden imaginarse, es muy doloroso ver morir de hambre a un niño entre tus brazos, como me ha ocurrido a veces; o haber visto morir a mi padre de una malaria sin importancia que se curaría con pocos medios en cualquier centro de salud.

Verdaderamente, ustedes ven hechos parecidos en la televisión; nosotros, por desgracia, nos codeamos con estos horrores todos los días, e incluso entre estas víctimas se encuentran nuestros propios familiares. ¿Creen que se puede soportar una vida así?Por la noche, mientras esperamos el momento oportuno para poder franquear este muro de separación, nos decimos adiós los unos a los unos, porque, en el fondo, ninguno de nosotros sabe qué tipo de cartucho utilizarán los militares que vigilan la alambrada o si uno de nosotros recibirá un tiro o en qué parte del cuerpo.

Tampoco sabemos cómo caeremos desde lo alto de una alambrada de seis metros… Y yo me pregunto: ¿será hoy mi último día? Y durante este tiempo, pienso en los compañeros que ya han muerto en este intento y ¡siento desfallecer mi corazón! Pienso en mi familia, en mis amigos que siguen en África, ¡en mi futuro! ¿Qué futuro? No tengo ninguno... Me siento perdido; me siento inútil, inexistente, como si no tuviésemos ningún valor a los ojos de este mundo; como si no fuésemos más que bestias, sólo buenos para el holocausto y el sacrificio.

Pero ¡eso es injusto! ¡Tengo que saltar la alambrada! ¡Me doy cuenta de que no tengo elección! Mientras tanto, pienso en mi país, pienso en todas las riquezas naturales que tenemos. ¿Qué riquezas, me pregunto? ¡Todo lo que hay en nuestros países no nos pertenece! Todos los días asistimos impotentes a nuestro humillante maltrato; quien osa abrir la boca recibe un tiro en la nuca. Por el contrario, Occidente nos regala armas y las matanzas continúan en nuestra tierra. ¿Por qué en lugar de ayudarnos a salir del agujero en el que nos encontramos se nos hunde cada vez más? De hecho, la miseria, en lugar de disminuir en nuestros países, aumenta día tras día.

Nuestros hijos se encuentran así condenados a vivir con los traumas de la miseria y bajo la amenaza incesante de las guerras. Aquellos que consiguen escapar de la guerra, ¡mueren de hambre! ¡Estamos condenados a la miseria en países en los que el oro, los diamantes, el coltán, el cobre e incluso el petróleo fluyen a raudales! Y ¡siempre para el bienestar de otros! El mundo es malvado ¿verdad? No se sorprendan si lloro mientras hablo; es horrible lo que estamos viviendo.

Por eso, con amargura intentaré escalar el muro cuando el momento sea favorable. Vivir o morir, ya me da igual. Nadie se preocupará de mi suerte. Díganme, señoras y señores de la sociedad española, ¿qué mal hemos hecho para merecer esta suerte?

Y mientras pasa el tiempo, siento surgir en mí otro sentimiento. No estamos maldecidos. ¡Este mundo puede cambiar, me digo! Nosotros también somos hijas e hijos de Dios, a pesar de la miseria y de las guerras.

Por eso he decidido tentar a la suerte y venir aquí a su país, para ver si puedo encontrar un trabajo ¡con el fin de sobrevivir y ayudar a vivir a los huérfanos que mi padre me ha dejado! No, no crean que ha sido fácil dejar a nuestras familias, sin saber a dónde vamos, si llegaremos o si podremos regresar.


No crean que ha sido fácil para mí dejar a mi madre enferma, sin saber si la volveré a ver con vida y sin saber qué ocurrirá a mis hermanos y hermanas. Pero, ¿qué puedo hacer? No tengo elección. Me hace falta imperativamente ganar lo necesario para comprar medicinas para mi madre enferma, por miedo a verla morir como a mi padre; me hace falta ganar dinero para poder escolarizar a mis hermanos pequeños para ver si mañana quizás pueden salir del grupo de los sacrificados.

Quiero trabajar para poder comprar medicamentos para mi hermano que padece el sida. Sólo pedimos eso. Saben ustedes, ¡es penoso ver morir a tu familia ante tus ojos sin poder hacer nada! ¿Creen que es fácil vivir como yo?He aquí por qué he corrido el riesgo de desafiar todo tipo de dificultades de un largo y penoso viaje y, por suerte, he podido sobrevivir y ahora me encuentro delante de este muro de separación que me impide decirles cara a cara mi dolor.


Pero me queda la posibilidad de que al mirarme lean ustedes a través de mis ojos todo lo que sufro. Les ruego que no piensen que es normal que vivamos así, porque es sencillamente el resultado de una injusticia establecida y sostenida por sistemas inhumanos que matan y empobrecen. Por eso, vengo a pedirles que no apoyen este sistema con su silencio; al contrario, que el sufrimiento que transpira mi piel les haga comprender que es imposible ser un ser humano y callar frente a estas atrocidades inhumanas.

Dios sabe que no soy ni un ladrón ni un bandido; soy simplemente el grito de una víctima, que, como todo el mundo, quiere vivir con el sudor de su frente. Estoy seguro de que si conociesen mi historia y la de mis compañeros no me obligarían a volver de donde vengo ni me abandonarían en un desierto sin ninguna posibilidad de supervivencia. Repito, quiero vivir y ayudar a vivir a mis hermanos, ¡sólo pido eso!


Nota de los Editores:

Este documento nos llegó desde España gracias a la colaboración de los lectores que tenemos en ese país. No obstante los esfuerzos que hemos hecho para obtener mayor información sobre su autor, no nos ha sido obtenerla posible debido a la distancia y al hecho que la carta no ha sido autentificada por los medios de comunicación a los que hemos recurrido.

Sin embargo, creemos que ello no es lo relevante, sino lo que está expresado a través de una visión personal y testimonial de una situación que no puede dejar indiferente a quienes estamos por el pleno respeto de la dignidad de la persona humana sin importar el color de su piel, su origen, creencias religiosas ni condición social.

Al poner en debate el tema de las comunicaciones sociales, hemos creído algo ineludible difundir este testimonio el cual no ha tenido acogida alguna en los medios de comunicación pública.

Para aquellos que no están informados de la situación que expone el inmigrante, podemos señalar que el Gobierno español ha establecido en territorio africano una valla fronteriza que separa a España de Marruecos, para evitar el tránsito de inmigrantes que cruzan el mediterráneo hacia Málaga.

Desde diferentes zonas del África llegan miles de familias pobres a cobijarse en los bosques limítrofes de las ciudades de Ceuta y Melilla ocupadas por España, huyendo de una vida de sufrimiento y desgracia esperando la realización de su aspiración de acceder a España a través de esas dos entradas (Ceuta y Melilla) o a bordo de frágiles embarcaciones - verdaderas barcas de la muerte – para lo cual deben pasar desde Marruecos a territorio español.

Para impedirlo, las autoridades españolas han levantado barreras enrejadas. Allí se han producido violentos y mortales enfrentamiento con las fuerzas de seguridad y con las fuerzas armadas españolas y marroquíes que ha provocado la muerte de al menos 13 personas.


Antonio Dorado, obispo de la diócesis de Málaga, a la que pertenece Melilla, ha expresado que la devolución de inmigrantes a las autoridades de Marruecos le parece un error, "pues es una manera fácil de trasladar a los vecinos marroquíes de una situación de emergencia de algo que nos atañe a todos".

En la parroquia del Sagrado Corazón de Melilla, el prelado hizo "una llamada a las autoridades españolas para que den una salida digna y humanitaria" a cuantos han llegado ya y puso de relieve que hay que respetar los derechos humanos. Recordó que "antes que cameruneses, congoleños, nigerianos o españoles, somos personas, hijos de Dios y tenemos una dignidad inviolable". Dirigiéndose a los inmigrantes que se encontraban en el templo, donde presidió una vigilia de oración, señaló que "muchos de vosotros habéis llegado a nuestras puertas impulsados por la pobreza, la falta de libertad y respeto a los derechos humanos y la ausencia de oportunidades para vivir con dignidad".

El prelado añadió: “Dios comparte el dolor humillante de cuantos están privados de sus derechos más elementales: el derecho a un trato digno, a la comida necesaria, al agua, a la atención médica y a la educación". Subrayó que el porvenir de África no consiste en que sus mejores hijos la abandonen, sino en alcanzar un mejor desarrollo económico, social y político de sus pueblos.

Finalmente afirmó que esta es una cuestión de vida o muerte para todos, también para los pueblos más ricos, "en la que se deben implicar la Unión Europea, las Naciones Unidas y aquellos organismos internacionales que se han creado para que retroceda la injusticia y avance la libertad. "Europa ya no puede seguir mirando, por más tiempo, a otro lado ante la presión migratoria, y si no busca respuestas movida por la solidaridad, tendrá que hacerlo por egoísmo".

Fuente:Ciudad Redonda http://ciudadredonda.org/El Correspensal de África y Medio Oriente http://www.elcorresponsal.com/ Red de Asociaciones de la Bahía de Cádiz http://www.redasociativa.org


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